jueves, 1 de mayo de 2008

NOTAS SECCION A

ESTIMADO PARTICIPANTE,

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QUIENES NECESITEN Y DESEEN REPARAR DEBEN PRESENTARSE EL PROXIMO MARTES A LAS 5:30 EN LA UNIVERSIDAD, HABIENDO ESTUDIADO LOS CONTENIDOS QUE VAN A REPARAR.

MUCHOS SALUDOS

PROF TOMAS

martes, 25 de marzo de 2008

EL SELA Y EL LLAMADO ¨NUEVO ORDEN INTERNACIONAL¨

GUIA DE ESTUDIO
Asignatura: Problemas Econ. y Finan. I
Facilitador: Lic. Tomás A. Mogollón

E L S E L A
1. ¿Qué es el SELA?
El Sistema Económico Latinoamericano y del Caribe (SELA) es un organismo regional intergubernamental, con sede en Caracas, Venezuela, integrado por 26 países de América Latina y el Caribe. Creado el 17 de octubre de 1975 mediante el Convenio Constitutivo de Panamá, el SELA está actualmente integrado por: Argentina, Bahamas, Barbados, Belice, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, Guatemala, Guyana, Haití, Honduras, Jamaica, México, Nicaragua, Panamá, Paraguay, Perú, República Dominicana, Suriname, Trinidad y Tobago, Uruguay y Venezuela.
Es un organismo de integración, como sistema de consulta y cooperación económica de la región, con el objetivo de dar mayor impulso a los esfuerzos de integración regional o subrregional, sin menoscabo de los compromisos derivados de los tratados vigentes.

2. Objetivos
• Promover un sistema de consulta y coordinación para concertar posiciones y estrategias comunes de América Latina y el Caribe, en materia económica, ante países, grupos de naciones, foros y organismos internacionales.
• Impulsar la cooperación y la integración entre países de América Latina y el Caribe.

3. Principales áreas de trabajo

3.1. Relaciones Extrarregionales:
• Fundamentación de propuestas de negociación y cooperación desde la perspectiva de América Latina y el Caribe;
• Análisis sistemático del impacto de decisiones y procesos económicos globales sobre las economías de la región;
• Evaluación de los procesos de negociaciones comerciales, económicos y financieros internacionales y de sus implicaciones sobre el desarrollo y la integración regionales.
• Apoyo necesario a Estados Miembros cuando sea requerido, en relación a su participación en las deliberaciones y negociaciones correspondientes.

3.2. Relaciones Intrarregionales:
• Contribuir al desarrollo, articulación y convergencia de los procesos de integración subregionales de América Latina y el Caribe.
• Mantener un análisis sistemático de los factores relevantes para facilitar el desarrollo armónico de la integración entre países latinoamericanos y caribeños.
• Promover estrategias para identificar acciones operativas que propicien la articulación y convergencia de la integración económica a nivel regional.
• Consideraciones y desarrollo de propuestas para configurar una arquitectura institucional de la integración que contribuya a la articulación y convergencia de los procesos subregionales.

3.3. Cooperación Económica y Técnica:
• Impulsar la cooperación multilateral y bilateral hacia la región de parte de organismos internacionales y países donantes y actuar como punto focal regional para la cooperación económica y técnica entre países en desarrollo.
• Alentar el intercambio de experiencias e información sobre políticas nacionales, en particular las de mayor relieve para la coordinación macroeconómica, lucha contra la pobreza, inclusión social y cooperación internacional.

4. Actividades
• Celebra anualmente la reunión del Consejo Latinoamericano, a nivel ministerial, y convoca regularmente reuniones regionales de consulta y coordinación con altos funcionarios de los países miembros sobre temas de interés colectivo en sus ámbitos de competencia.
• Realiza reuniones de expertos sobre temas específicos de la agenda económica regional y mundial y organiza foros en los que participan representantes gubernamentales y no gubernamentales.
• Mantiene estrechas relaciones de cooperación con los principales organismos intergubernamentales, instituciones públicas y entidades privadas, de carácter regional e internacional.
• Realiza seminarios, cursos y talleres de formación sobre temas de interés económico y social para América Latina y el Caribe, dirigidos a altos funcionarios gubernamentales, empresarios, trabajadores, parlamentarios y académicos.

5. Estructura:
• El Consejo Latinoamericano es el máximo órgano de decisión del SELA. Está integrado por un representante de cada Estado Miembro, se reúne anualmente, y se encarga de establecer las políticas generales del organismo y de pronunciamientos específicos a través de Decisiones que se aprueban por consenso.
• La Secretaría Permanente es el órgano técnico administrativo. Está dirigida por un Secretario Permanente, elegido por el Consejo Latinoamericano, por un lapso de cuatro años.
• Los Comité de Acción son organismos flexibles de cooperación que se constituyen a partir del interés de dos o más Estados Miembros en promover programas y proyectos conjuntos en áreas específicas. Son disueltos al cumplir sus cometidos o pueden transformarse en organismos permanentes.

¨NUEVO ORDEN INTERNACIONAL¨
6. Consecuencias de la globalización para la región:
Hace unas décadas, bajo el impulso, la visión y el pensamiento de un gran compatriota, el Dr. Raúl Prebisch, los países latinoamericanos se empeñaron en una dura lucha, dentro de la región y a escala mundial, para establecer nuevas reglas del juego y acceder a un nuevo orden económico internacional. Los cambios se verificaron, pero no por el camino de las negociaciones entre gobiernos, sino como resultado de fuerzas históricas, sólo en parte controladas por los Estados, que han generado y aprovechado las oportunidades que se fueron presentando.
Después de una década de haberse comenzado un pronunciado y creciente proceso de globalización y liberalización, es correcto afirmar que América Latina es una de las regiones que más ha experimentado los efectos de dicho proceso. A la complejidad de la adaptación a los cambios derivados de las transformaciones del sistema mundial se añadieron los cambios internos, llevados a cabo por los países de la región individualmente en respuesta a las nuevas condiciones externas, produciendo una serie de efectos de desestructuración y reestructuración en todos los niveles y sectores económicos y sociales, que han afectado una vez más la estabilidad de las sociedades de la región.
En efecto, no se había concluido de absorber los fuertes costos del proceso de reforma económica, reajuste social y de apertura al exterior e inserción internacional, y cuando se esperaban recoger los frutos prometidos por los esfuerzos realizados para modernizar las economías, privatizando todo lo privatizable, restringiendo el juego de las burocracias estatales, incrementando la competitividad aún a costa de incrementar el desempleo y las ocupaciones marginales, estallaron nuevas crisis que posponían el momento del disfrute: primero, fue el ensayo general representado por el "efecto tequila" de 1994, más recientemente la crisis financiera iniciada en el Sudeste Asiático, extendida después a Rusia, a la América Latina y al conjunto de las economías emergentes.
En esta última situación se pusieron de manifiesto las debilidades del nuevo "orden" internacional globalizado, que fue incapaz de detener las acciones financieras especulativas y de controlar los desajustes estructurales internacionales. Y a pesar del comportamiento de los países latinoamericanos, que habían alcanzado en algunos casos las más altas calificaciones, que corresponden a los mejores alumnos de la clase, la especulación y la crisis financiera, comercial y social se instalaron en su seno y afectaron fuertemente a la más grande economía latinoamericana: el Brasil y por extensión a los demás países del MERCOSUR, comenzando por su principal socio comercial en la región: la Argentina. La crisis de confianza recíproca pone de manifiesto las limitaciones del modelo comercialista de integración que había parecido tan exitoso en el presente decenio.
Sin profundizar en la dimensión económica de la globalización; se pretende sólo dejar una referencia explícita a lo sucedido en los planos de las finanzas, de las inversiones y del comercio internacional, en el que se repiten en otro escenario y con otras dimensiones las oposiciones entre centro y periferia, desarrollo y subdesarrollo, como si resultara imposible a las sociedades humanas extraer lecciones de las experiencias pasadas.
Ellas ponen en evidencia que los esfuerzos de modernización y apertura emprendidos internamente, requieren, para consolidarse, de efectos paralelos en el contexto externo: en el caso de la apertura comercial, de la consolidación y profundización de los resultados de la Ronda Uruguay; y en el caso de la apertura de los sistemas financieros nacionales de una mejor gestión y buen aprovechamiento de los flujos de capital a nivel internacional.

7. Democracia y gobernabilidad
Como acaba de señalarse, es indudable que América Latina se ha visto profundamente sacudida por la crisis financiera asiática, cuando todavía soportaba las penurias de hacer frente a una deuda externa que tiene sus orígenes en la "oleada" aperturista de dos décadas atrás, y a los efectos de una política de apertura unilateral e indiscriminada al exterior, que se fue pronunciando con el tiempo.
Los ajustes políticos y económicos producidos en la región, han acrecentado las penurias de millones de latinoamericanos que en distintos países manifestaron su protesta y desesperación a un nivel político general. Recordemos brevemente: la grave intranquilidad social en Ecuador, que sucede en menos de 2 años al proceso que llevó a la destitución del Presidente Bucaram; el magnicidio del que fuera víctima el Vice-presidente de la República del Paraguay; la reapertura de viejas heridas y enfrentamientos en Chile, a partir del arresto de Pinochet en Londres; los esfuerzos reeleccionistas de los Presidentes Fujimori y Menem, a pesar de la terminante prohibición constitucional en este último caso. Más recientemente todavía, la disconformidad del pueblo venezolano hacia los partidos políticos tradicionales, que en las urnas exteriorizó un rotundo voto protesta y dio un amplio triunfo al Comandante Chávez, quien pudo lograr, como candidato democrático, el éxito que le fue esquivo como militar golpista.
Desde luego, hay una diferencia importante con el pasado latinoamericano: muchos de los episodios señalados hubieran sido interpretados por los militares latinoamericanos como claras manifestaciones que los convocaban a tomar el poder en los diferentes países. Hoy en cambio, son los propios mecanismos institucionales democráticos los que encuentran las fórmulas adecuadas para dar soluciones constitucionales a los problemas: los casos de Bucaram en Ecuador y de Cubas en Paraguay son las mejores expresiones. Al respecto, es necesario reconocer que ello se ha podido verificar en el nuevo contexto político que brinda el regionalismo y la globalización.
Esto no puede sino redundar en un fortalecimiento de los movimientos sociales en el marco de la democracia. Sin embargo, la existencia y expansión de estos movimientos, al margen de los cuestionados partidos políticos, sigue siendo un riesgo a futuro: el encuentro entre los que protestan y algún caudillo populista, que vuelva a ofrecer soluciones mágicas, para romper los moldes que deben propiciar la renovación en el marco de la continuidad constitucional, que siempre ha sido una esquiva realidad en el mundo latinoamericano.
También se debería contabilizar en el haber de la globalización el soporte dado por el entorno internacional a la continuidad democrática y la amenaza de sanciones internacionales contra el "golpismo" y la violación de los derechos humanos en que incurrieran con tanta frecuencia los regímenes militares. Más allá del posible cuestionamiento acerca de las condiciones legales para juzgar al General Pinochet por los actos de genocidio del régimen militar que condujera, la sola posibilidad de que se sea capaz de sancionar estas violaciones es una reafirmación de la condición y la solidaridad humana. Al respecto, es necesario insistir en que dichos juicios y castigos se deben verificar al amparo de una legislación y una justicia internacionales, previamente establecidas.
Sin embargo, sería inocente suponer que muchos de los defensores externos de la democracia latinoamericana tienen nuestras mismas preocupaciones. Pero eso es totalmente entendible: lo que se trata de preservar con la democracia latinoamericana es la paz social, que permite solucionar los conflictos dentro del marco legal; la existencia de gobiernos estables, sólidos y eficientes, que le den gobernabilidad al sistema y las condiciones generales que permitan hacer negocios y seguir llevando adelante el proyecto globalizador, actualmente en desarrollo.
Pero no se trata sólo de mantener la estabilidad constitucional, sino de darle la máxima eficacia y eficiencia posible. Alrededor de estas relaciones se han acuñado expresiones muy precisas y se han analizado las relaciones entre la gobernabilidad y el buen gobierno: Al respecto, Francisco Sagasti refiere ambos conceptos al "ejercicio eficiente, eficaz y legítimo del poder y la autoridad para el logro de objetivos sociales y económicos".
Como condiciones del "buen gobierno" se deben establecer una relación "virtuosa" y un adecuado equilibrio, a definirse en función de los criterios nacionales entre el aparato estatal, el mercado y la sociedad civil. Al respecto, se parte de aceptar la responsabilidad clave del Estado en la conducción general de la economía y en el desarrollo integral, sustentable y equitativo de la sociedad, que se proyecta en el sector público, que debe ser eficiente en sus políticas económicas y sociales en función de su responsabilidad en la consolidación de la estabilidad democrática. Ella se complementa y potencia con las funciones de la sociedad civil, para retroalimentar al gobierno en sus estrategias mediante el consenso indispensable a la estabilidad democrática y a la participación popular.

8. El impacto sobre lo social
El impacto de los procesos de apertura y globalización de las economías se superpone a profundas fallas estructurales en los países de la región, que se exteriorizan en una realidad secular de pobreza, exclusión social y desigualdad social, incluso profundizándolas. Como señalara José Antonio Ocampo, Secretario Ejecutivo de la CEPAL ante la Segunda Cumbre de las Américas, en abril de 1998, "cerca de 210 millones de latinoamericanos -39% de la población total- no pueden cubrir sus necesidades fundamentales, y de ellos, 98 millones viven en la indigencia". Y esta realidad, obvia y lamentablemente, es estructural y no un simple producto de un fenómeno reciente.
En efecto, en el caso de los países latinoamericanos, a las dificultades intrínsecas de la coyuntura, se añaden estructuras sociales muy inequitativas desde hace décadas, que se expresan en indicadores de distribución de la riqueza mucho más desiguales que en el resto del planeta: por un lado, mientras la clase media representa entre un 50 y 60% de la población en los países industrializados, en América Latina es menos del 20% del total; por otro lado, en la región se incluyen los países con la mayor brecha de ingresos en el mundo: en Brasil y Guatemala, el 10% superior de la población absorbe casi el 50% del ingreso nacional, mientras que el 50% inferior de la escala apenas gana algo más del 10%.
Pero eso no es todo: gran parte de la desigualdad de América Latina se relaciona con las diferencias entre el 10% superior y el resto de la población. Mientras que en los Estados Unidos el decil superior de la población tiene un ingreso promedio per cápita 60% mayor que el del noveno decil, en la región dicha diferencia ronda el 160%. Quienes más ganan en América Latina son principalmente empleados y profesionales que reciben un rendimiento muy elevado por su educación y su experiencia. Esta brecha entre el 10% superior y el resto de la población refleja, el lento y desigual progreso en el nivel y la calidad de la educación. De hecho, el segundo 10% de la población tiene tres años menos de educación, y los que se ubican en el 30% inferior tienen casi siete años menos.
A pesar de los recientes logros en materia de crecimiento económico, se han registrado modestos avances en la reducción de la pobreza y persisten elevados niveles de desigualdad que han tendido a acentuarse, incluso, en algunos países con altas tasas de crecimiento. Tampoco, se ha podido reducir la desocupación ni mejorar la calidad del empleo. El desempleo abierto se elevó en muchos de ellos, en tanto que aumentaba el empleo en actividades que tienen un reducido producto por persona. El 84% de los nuevos empleos se han generado en el sector informal, caracterizado por la baja productividad e ingresos.
Por otra parte, el desafío de la equidad no se limita a la reducción de la pobreza, sino que debe abarcar también la igualdad de oportunidades y la distribución del ingreso. La distancia entre el ingreso de profesionales y técnicos y el de trabajadores de menor calificación ha aumentado cerca de 50%. Esto supone una concentración de los ingresos de los hogares, que coexiste con una importante concentración de la educación. Es evidente, que se hace necesaria la adopción simultánea de políticas en las áreas demográfica, ocupacional y educacional.
Para amplios sectores de la población latinoamericana ha sido y será imposible aprovechar las oportunidades de la apertura y la globalización, y aún simplemente usufructuar, en realidades limitadas el llamado "efecto de demostración", si no median políticas explícitas que refuercen la complementariedad entre transformación productiva y equidad, entre competitividad y cohesión social. El aprovechamiento de la globalización parece ser un lujo que está fuera del alcance de los países en desarrollo.
Frente a los riesgos que se han ido subrayando, con un proceso de globalización que se transforma de fenómeno en ideología y genera políticas que actúan sobre la realidad y que no es funcional a los intereses de nuestras poblaciones, el desarrollo con equidad y la política social deberían ser perseguidos con una visión integral, o sea, las políticas educativas, sociales, de salud y de empleo deben diseñarse en el marco de una política para el desarrollo humano integral.
Si se desea consolidar la estabilidad democrática y las perspectivas de progreso económico, en el futuro inmediato se deberían poner en práctica políticas que contribuyan a acelerar el crecimiento e incrementar la inversión, que refuercen el vínculo con la generación de empleo y faciliten el acceso al capital, la tecnología y la organización empresarial a las pequeñas y medianas empresas, responsables de la mayor parte del empleo en los países de la región.

9. Una batería de políticas articuladas
En las actuales circunstancias se hace más evidente la necesidad de contar con una estrategia propia y específica en materia de desarrollo e inserción internacional. La Secretaría Permanente del SELA señala entre sus componentes, los siguientes aspectos: 1. Sustantiva mejora de la distribución del ingreso; 2. Transformación educativa; 3. Diversificación de las relaciones externas; 4. Mantenimiento de la estabilidad macro-económica alcanzada; 5. Continuidad para los programas de desarrollo, enmarcados dentro de un modelo adaptado a la región; 6. Profundización del proceso de integración regional, ampliando su alcance a nuevos ámbitos de la economía, la política y la cultura; 7. Disminución de las asimetrías y desigualdades dentro de los países y en la región.
Para mantener una proyección hacia afuera y hacia el futuro de los países de la región, es necesario que se ponga la casa en orden también en los aspectos económicos fundamentales. Parece pertinente señalar la necesidad de superar uno de los males más generales de la región como es el alto nivel de evasión impositiva, simplificar el sistema tributario, fortalecer las capacidades de gestión recaudatoria y disminuir la corrupción permitirían reforzar el buen gobierno y la gobernabilidad. Otras prioridades en el mediano plazo están relacionadas con las políticas que busquen el crecimiento sostenido, el fortalecimiento efectivo de las pequeñas y medianas empresas innovadoras, el logro de un desarrollo regional equilibrado.
Por otra parte, si la sociedad del futuro está basada en el conocimiento es necesario democratizar el acceso al conocimiento, so pena de propiciar una mayor desigualdad para el futuro. De este modo, se podrían reforzar los vínculos entre el desarrollo económico y el desarrollo social, con la consolidación democrática, que tanto han costado conseguir en la región. En tal sentido, se impone desarrollar programas para mejorar la calidad de la educación primaria y universalizar la educación secundaria. Ello incrementaría el rendimiento de la educación y reduciría las ineficiencias en la repetición y la deserción escolar. Los pobres abandonan más pronto la escuela después del ciclo primario, mientras que los ricos continúan su educación superior. Es imperativo que nos desplacemos rápidamente hacia la educación secundaria universal. Ello mejorará la calidad de la fuerza laboral, incrementará los ingresos de una gran mayoría de la población, ampliará la base de posibles estudiantes universitarios y promoverá un proceso de desarrollo diferente, de uso más intensivo de capital humano.

10. Profundizar la política de integración regional
Todos los países de la región, desde América Central y el Caribe al Cono Sur, han persistido, desde varias décadas atrás, en la búsqueda de los caminos adecuados para lograr grados crecientes de integración con sus vecinos y, más en general, han exteriorizado su voluntad y decisión para participar en un proyecto de integración para toda la región.
Como lo demuestran las diferentes experiencias de integración regional en Europa, el Asia-Pacífico y también América Latina, son las relaciones comerciales y económicas con los países vecinos las que tienden a las mayores tasas de crecimiento y a las mayores incidencias relativas. En el caso europeo, que contribuye con un 36% al comercio mundial, el 60% de sus exportaciones son de carácter intra-regionales. Aunque en otra escala, las exportaciones intralatinoamericanas, a nivel de las subregiones, han crecido con tasas elevadas y con una participación de manufacturas sustancialmente superior al comercio con el resto del mundo.
A partir de mediados de la década de los ochenta y más especialmente, durante la década de los años noventa, con la consolidación de la democracia en América Latina, que ha posibilitado un diálogo más franco y fructífero entre los diferentes países y sus sectores sociales, políticos, universitarios y culturales; con la coincidencia de las políticas económicas nacionales en torno del reajuste, las privatizaciones, el rol del mercado y la apertura al exterior; y la percepción de que la integración resultaba ser una adecuada plataforma para una mejor inserción en la economía mundial permitieron progresos considerables en los diferentes esquemas de integración de la región, particularmente en el MERCOSUR, que por sus dimensiones y logros se transformó en un ejemplo paradigmático de éxito.
Sin embargo, la crítica coyuntura internacional actual está desnudando numerosas debilidades de los diferentes procesos, incluyendo al MERCOSUR. Sin embargo, así como se han superado otras situaciones críticas, se encontrará el camino para seguir avanzando. Así quedarán superados devaneos como los que ahora preocupan a la región: ¿con quién y cómo negociar?, y otros que atañen a los propios países del MERCOSUR: ¿Cómo afrontar los costos de la crisis, de una manera solidaria y reduciendo al mínimo posible los perjuicios?
A la hora de hacer un balance de la situación, no deberían perderse de vista los éxitos logrados como: la transformación de relaciones de rivalidad y conflicto en relaciones de amistad y cooperación; los enormes logros en materia de comercio e inversiones recíprocas; el mantenimiento de la continuidad constitucional en uno de sus miembros, estructuralmente afectado por casi cuatro décadas de gobierno dictatorial.
No es este el momento para analizar técnicamente las diferentes alternativas, aunque sí es posible indicar un rumbo: la única manera de que sobreviva el MERCOSUR y con él la expectativa de que América Latina tenga en el concierto internacional una voz propia e independiente, es a través de su profundización. Y desde luego no sólo en el plano comercial, sino especialmente en las otras dimensiones del proceso de integración regional: economía, sociedad, política, cultura. Existe lo que se denomina el "paralelismo" en la construcción de una Comunidad de Naciones y un principio esencial que se debe respetar: la solidaridad, que es el único concepto que permite diferenciar a un proceso de integración verdadera, de una simple articulación de mercados.
Si no fuere así, el MERCOSUR, la Comunidad Andina, el ALCSA y los demás intentos subregionales podrían ser devorados rápidamente por una suerte de máquina trituradora, denominada "globalizadora", generada por los países y fuerzas que gobiernan el proceso de globalización.
PREGUNTAS PARA EL ANALISIS DE LA SITUACION DEL LLAMADO ¨NUEVO ORDEN INTERNACIONAL¨:
¿Cuáles son los cambios políticos y sociales que inevitablemente trae aparejado la globalización y qué implicaciones tienen para los Estados?

¿De que forma la integración regional puede ayudar a nuestros países a un crecimiento económico y social sustentable?

¿Cómo hacer frente a las tendencias regresivas del proceso de globalización, con relación a las sociedades periféricas, o sea a la exclusión, la marginación y el empobrecimiento crónico?

¿Cuales son los rumbos democráticos que se deben seguir, en situaciones de gobernabilidad cada vez más difíciles, producto de la globalización como proceso, y de fallas estructurales muy viejas de nuestros países? y, finalmente

¿Los movimientos integracionistas en la región y especialmente en MERCOSUR estarán a la altura de las circunstancias y serán capaces de generar y proporcionar en su marco, las respuestas políticas adecuadas y renovadoras frente a la situación actual?

miércoles, 27 de febrero de 2008

INFLACION Y DESEMPLEO

INCIDENCIAS DE LA INFLACION EN
LAS TASAS CAMBIARÍAS

Si se devalúa una moneda, el poder de compra del país en cuestión disminuye ya que hay un alza generalizada de los precios (inflación) sobre todo de aquellos productos que provengan del sector externo.

EL CONSTANTE INCREMENTO DE LA INFLACIÓN TIENE CONSECUENCIAS
v Básicamente, incremento de los precios alimenticios
v Disminuye la capacidad de compra y fomenta LA POBREZA
v A la vez, los empresarios FRENAN LA CREACION DE PUESTOS DE TRABAJO y disminuyen los planes de inversión
v Además, la tasa de interés que la banca paga a los depositantes no compensa el aumento de los precios, de tal forma, QUE QUIEN AHORRA PIERDE

OBJETIVOS DE LA POLÍTICA CAMBIARIA
La política cambiaria busca controlar el tipo de cambio ideal de una divisa, puesto que el tipo de cambio tiene efecto directo sobre diversos aspectos de la economía de un país, y es definitiva en el manejo de la inflación, las exportaciones e importaciones, lo que a la vez redunda en el empleo y el crecimiento económico.
El tipo de cambio de un país refleja su oferta y demanda de divisas, en que la oferta proviene básicamente de las exportaciones y los flujos de entrada de capitales, y la demanda de la necesidad de importar bienes y servicios.


INCIDENCIA EN LAS TASAS CAMBIARÍAS

Si se devalúa una moneda, el poder de compra del país en cuestión disminuye ya que hay un alza generalizada de los precios (inflación) sobre todo de aquellos productos que provengan del sector externo.


EL CONSTANTE INCREMENTO DE LA INFLACIÓN TIENE CONSECUENCIAS
v Básicamente, incremento de los precios alimenticios
v Disminuye la capacidad de compra y fomenta LA POBREZA
v A la vez, los empresarios FRENAN LA CREACION DE PUESTOS DE TRABAJO y disminuyen los planes de inversión
v Además, la tasa de interés que la banca paga a los depositantes no compensa el aumento de los precios, de tal forma, QUE QUIEN AHORRA PIERDE


DESEMPLEO
Es equivalente a la desocupación en la fuerza de trabajo; es decir, aquellas personas mayores de 15 años de edad que desean trabajar y no están trabajando. Es una proporción de la Población Económicamente Activa (PEA), de un país que no encuentra trabajo.

Tipos de Desempleo:
Desempleo Friccional: Cuando las personas cambian voluntariamente de empleo y no encuentran otro de inmediato.
Desempleo Temporal: Cuando las industrias tienen una temporada de baja.
Desempleo Estructural: Desequilibrio entre el tipo de trabajadores que buscan empleo y el tipo de trabajadores que requieren las empresas.
Desempleo Cíclico: Cuando disminuye la demanda de bienes y servicios y disminuye el empleo.
Subempleo: Gente empleada a tiempo parcial o en empleos ineficientes que reciben bajos ingresos.

Causas del Desempleo
Coyunturales:

Inflación, con el consecuente aumento de los costos de producción y los costos salariales.
Recesión económica, afectantado la demanda debido a políticas erradas
Aplicación de ciertas normas laborales, Inflexibilidad laboral, Crisis Política, Económica o Social, pesimismo empresarial.

Estructurales:
Aumento de la Población Económicamente Activa (PEA)
Las transiciones demográficas
Cambios en las estructuras de la demanda laboral
Crisis en los sectores económicos

Soluciones al Desempleo:
Impulsar la demanda a través de inversiones publicas
Impulsar la oferta con la mayor producción de bienes y servicios generando mas empresas

INFLACION Y DESEMPLEO

Efecto de una devaluación sobre la Inflación
Actualmente nos encontramos ante una inflación causada por una flexibilización del tipo de cambio que hizo depreciar la moneda a prácticamente el doble que su valor en la época de la convertibilidad (inflación de costos).
Como anteriormente explicaba la teoría, el coeficiente pass-through demuestra el efecto de una devaluación en los precios donde se tienen en cuenta distintos tópicos. Para la Argentina encontramos que debido a su contexto deflacionario y su ciclo recesivo (PBI 7% menor a su potencial), ayudaría a que no se agregen a precios la devaluación cambiaria. El grado de apertura es menor que el 20%, la importación de bienes de consumo (4.8%), intermedios (10.2%) y inversión (16.6%); la influencia de bienes transables en consumo (51.6%), en insumos intermedios (60.1%) y en inversión (42.5%). En la estructura de precios encontramos que un 52.1% de los bienes tienen influencia del dólar, pero si le agregamos los servicios públicos mas contratos de alquileres ( debido a que tienen contratos dolarizados), la cifra ascenderia al 63%. Aquí hacemos un contraste con la economia brasilera en donde esta ultima cifra es del 46.5% pero con la ventaja que administran precios de la canasta de bienes consumo en un 27.1%. Por ultimo entramos en el grado de sobrevaluación del tipo de cambio que va a corregir los desfasajes cambiarios real sin trasladarlos a precio, en Noviembre del 2001 estaba en una nivel del 8%.
Este analisis concluye: cada 10% de devaluación habria una inflación del 5% o sea teniendo en cuenta que la actual depreciación nominal de nuestra moneda respecto al dólar es del 100% se esperaria una inflación del 50%, sin tener en cuenta los condicionantes de credibilidad y demanda de pesos (por la memoria o experiencia inflacionaria de este país). Relacionando con la economia brasilera, esta cada 10% de devaluación cabiaria 1.79% de inflación.
Desde el 4 y el 8 de febrero se contabiliza sobre el mercado informal.
Fuente: Diario La Nación _ 17/02/02
Otra caracteristica que puede encontrarse en las causas actuales es la especulación: en un estudio a 233 empresas, 170 tenían problemas de abastecimiento, 60 de esas 170 son por insumos importados siendo que el resto utiliza insumos producidos y comercializados en el país de empresas que abusan de su posición dominante en el mercado (24/02/02 suplemento cash; Página/12).
Costos de la inflación
Estas dependen si la inflación es esperada o no:
Inflación esperada
Si las instituciones se han adaptado para compensar sus efectos obtenemos dos tipos de costos, "suelas de zapatos" derivados de la incomodidad de tener que ir con frecuencia a las entidades financieras a demandar saldos nominales por la perdida de poder adquisitivo, "costos de menú" por cambiar las listas de precios frecuentemente.
Por otro lado cuando las instituciones no logran ajustar sus comportamientos (inflación no equilibrada) se generan distorsiones fiscales; los impuestos proporcionales a la renta nominal aumentan un proceso inflacionario ya que la renta real no se incrementa al ritmo de la nominal.
Los tipos de intereses nominales aumentan por la presión de los prestadores, instrumentado con una prima de inflación que incluye esta tasa no afectando asi el interés real. Esto hace que el estado recaude mas (por impuesto proporcional al interés nominal) a costa del prestamista. Por el contrario el Estado estaría perdiendo recaudación por la deducción de intereses sobre el ingreso tributable (permitido en la mayoría de los países)
Inflación no esperada
Efectos sobre la distribución de rentas: Esta perjudica a aquellos individuos que reciben rentas fijas (como jubilados, pensionados; aunque actualmente reciben pensiones indiciadas respecto IPC) a acreedores a favor de deudores. también el impuesto a la inflación recae en forma regresiva sobre las personas más pobres ya que disponen de mas dinero liquido para hacer sus transacciones por que su propensión marginal a consumir es mayor que en la de las personas con mayor poder adquisitivo.
Respecto al sector público, presenta un efecto positivo por las distorsiones fiscales (antes comentado) y uno negativo dados por los "rezagos fiscales" (efecto Olivera-Tanzi), el primero es mayor en el caso de baja inflación y el segundo para alta inflación.
Los productos transables perderán competitividad reduciendo así las exportaciones.
Distorsiones sobre la actividad económica al alterarse la estructura de precios relativos. Todos los precios absolutos no suben por igual entonces hay distorsión en los relativos dificultando la información y dando cabida a la especulación con la excusa de inflación.
La incertidumbre dificulta los cálculos sobre el rendimiento de las inversiones generando fuga de capitales e imposibilitando la llegada de inversiones especialmente las de largo plazo que son más sensibles a esta incertidumbre. Es una de las causas por la que frena el crecimiento.
Políticas de Estabilización de la Inflación
"Detener una alta inflación requiere de una combinación especial de políticas económicas que afecten el tipo de cambio, el presupuesto fiscal, la oferta monetaria y, en algunos casos, medidas directas que apunten a los salarios y a los precios. Un elemento clave para el éxito de cualquier programa de estabilización es cuan positivamente responde a él el publico. El papel critico de las expectativas destaca la importancia de las políticas que puedan infundir confianza en el programa" (Macroeconomía en la economía global; Sachs-Larrain).
Estabilización del tipo de cambio
Como vimos anteriormente, en una hiperinflación el tipo de cambio se deprecia junto con el aumento de los precios domésticos, por otro lado las indexaciones de empresarios y trabajadores en este contexto se basan en expectativas según precios dolarizados, lo que significa que estabilizando el tipo de cambio se termina con la alta inflación. Para ello se puede fijar la moneda a otra que tenga una inflación baja o en un extremo dolarizar la economía.
Política fiscal
Relacionando con el punto anterior, no se puede mantener un tipo de cambio estable si no se controla el déficit fiscal. Este paso es fundamental para erradicar el problema original que causo la hiperinflación. Acá entra a jugar el importante papel del banco central como entidad autónoma, ya que debe resistir las presiones para financiar el déficit. Entre otras medidas existen la eliminación de subsidios directos, exenciones tributarias y aumento de precios de los bienes y servicios que suministran las empresas públicas con el objetivo de eliminar el déficit de estas empresas por sus bajos precios en términos reales durante la hiperinflación. Ahora, también es necesario incrementar los ingresos tributarios.
Política Monetaria y Crediticia
Luego de la estabilización al incrementarse los saldos reales en dinero, la gente trata de mantenerlos por lo que el banco central debe actuar sobre la base monetaria ya sea: incrementar el crédito interno al sector público, operar mediante redescuentos a bancos privados o validar entrada de divisas a través de la balanza de pagos.
Expectativas Inflacionarias
Este punto se trata desde la teoría de expectativas racionales en donde encuadra el hecho de llegar a inflación cero sin costo o sea sin desempleo. Se basa en tres condiciones: credibilidad hacia las autoridades, rápido equilibrio del mercado laboral y expectativas "que miran hacia delante".
Credibilidad
El banco central debe ser creíble en la decisión de no monetizar la deuda pública
Un hecho a describir son las tasas de interés luego de un plan de estabilización. Durante las hiperinflaciones las tasas reales de interés permanecen altas debido a que incluye el riesgo de devaluación. Para reducir eso solo se necesita confianza enla medida de que avance la estabilización, ya que sino puede ocurrir: hay presión para política monetaria expansiva con el riesgo que esto tiene, deterioro en el déficit fiscal por el alto interés de la deuda pública y quiebras de empresas por dificultades financieras.
Ortodoxia y Heterodoxia
La ortodoxia proviene de entidades como el FMI, que privilegian políticas monetarias y fiscales estrictas como instrumento casi único. La ideología proviene del neoliberalismo o nuevo monetarismo.
La heterodoxia supone que la inflación tiene un gran componente de inercia que hace que cada vez sea más grande por lo que es necesario tomar políticas de ingreso en las que hay controles de salarios y precios. Los más extremistas proponen que solamente estas políticas detienen la inflación y que las ortodoxas juegan un papel menor. Su ideología proviene del neoestructuralismo y se expresa en el plan austral o el de convertibilidad.
PLANES DE ESTABILIZACION DE LA INFLACIÓN EN ARGENTINA
La historia nos cuenta que los procesos inflacionarios se inician con elevados niveles desde el gobierno de Perón (ver anexo B). Los intentos por estabilizarlos han tenido poco éxito. La característica común de los planes de estabilización aplicados en Argentina es que han surgido de acuerdos con el FMI. Sabemos que esta entidad considera necesarios para reducir la inflación aspectos como reducir el déficit fiscal y "dejar ajustar" si hay desequilibrios en la balanza de pagos (mecanismo conocido como enfoque monetario de la balanza de pagos). En general no se llegaron a cumplir los acuerdos por incumplimiento en la reducción del déficit fiscal. A continuación analizamos los ultimos planes de estabilización en Argentina.
PLAN AUSTRAL
Al asumir Alfonsin en 1983, se trato de enfrentar la inflación existente mediante políticas gradualistas programadas por el FMI sin tener éxito. La inflación (ver anexo A, cuadro 1) crecía gradualmente hasta que en junio de 1985 ante una inminente hiperinflación se puso en marcha el plan Austral. Este consistía en políticas heterodoxas concentrándose en:
Aumento los precios del sector publico, devaluó el tipo de cambio, impuso gravámenes al exterior e incremento tasas impositivas para mejorar los ingresos.
Congelo precios y salarios y fijo el tipo de cambio
Circulaba una nueva unidad monetaria (austral) junto con la anterior.
Al ser aceptada por el FMI permitió el reajuste del servicio de la deuda con su nueva moneda.
Finalmente la inflación no fue erradicada totalmente, a pesar de las correcciones el déficit continuo aumentando. El tipo de cambio se mantuvo hasta abril de 1986 donde comenzaron las "mini devaluaciones" para no perder competitividad aunque el tipo de cambio real se mantuvo constante por la depreciación del dólar en los mercados mundiales.
PLAN Y LEY DE CONVERTIBILIDAD
A partir del 6 de febrero de 1989 se suspendió la convertibilidad del austral, la inflación fue del 33% en abril, 78% en mayo y 114% en junio. El 9 de julio renuncio Alfonsin alcanzando una inflación del 197%. Luego de una corrida cambiaria en diciembre de ese mismo año ya con Menem en el gobierno, la inflación persistió. Se anuncio el "plan Bonex" con lo que dio cierto aire al gobierno aunque en febrero de 1991 se produce otra corrida contra la moneda, cuando finalmente ingresa como ministró de economía Cavallo quien anuncia en abril el Plan de Convertibilidad. Este es un plan heterodoxo cuyos principales puntos:
Reforma monetaria: la nueva moneda (peso), la base monetaria respaldada en un 100% por reservas internacionales transformando al Banco Central en una caja de conversión, prohibición de indización en mercados de bienes y trabajo excepto en las operaciones de crédito.
Reforma fiscal: mejora en la administración del sistema impositivo
Reforma del Estado: Plan de privatizaciones y desregulaciones.
Reforma del sistema previsional: mecanismo de capitalización operado por el sector privado.
Reforma comercial: eliminación de aranceles a la exportación y a las restricciones de importación.
A esto se le debe agregar la credibilidad que se genero al traspasar el poder de devaluar al congreso, la independencia de los miembros del directorio del Banco Central cuya ratificación pasa a depender del congreso generando la reducción de la dependencia que existía entre ministerio de economía y las autoridades del Banco Central. Es muy notorio el éxito de este plan ya que durante los años subsiguientes la tasa de inflación tenia los niveles mas bajos del planeta. Era muy difícil la lucha contra la compra del dólar durante la epoca 1989-1991, cualquier excedente iba directamente a cubrirse en esa moneda extranjera.
(ver anexo A, cuadro 2)
ACTUALIDAD ARGENTINA
Relacionando con la información que se dio anteriormente sobre las causas de la inflación, se entiende que el problema más importante que enfrenta el actual gobierno es el riesgo a que se dispare la inflación lo que podría acabar con las ventajas del tipo de cambio real.
En los últimos 10 años las importaciones pasaron de 5000 a 25000 millones de dólares siendo una parte importante en insumos de producción, demostrando lo significativo que puede ser una devaluación en los precios. Pero el problema parte a raíz de que los precios no aumentan solamente por causas del tipo de cambio sino porque no hay competencia, que algunos entienden dada la concentración y extranjerizacion producida por el modelo de la década pasada.
Otro posible detonante son los combustibles. Solo tres compañías producen el 90% del mercado donde seria mas fácil llegar a un acuerdo colusivo al aumentar los precios internos sabiendo las terribles consecuencias que trae aparejado este tipo de decisión. Para caso deel aumento de precios de los bienes transables como trigo, aceites, cereales, combustibles, proponen la solución adoptada en varios países: retención a exportaciones que podría bajar los precios interiores haciendo a su ves que las empresas mantengan ganancias extraordinarias generadas por la devaluación y aumentando notoriamente la recaudación del fisco.
La inflación al consumidor de enero fue del 2.3% y 3.1% en febrero, la acumulada mayorista del años es de 18,3%.
Precios al consumidor-Febrero 2002 (var. m/m)






Nivel General


3,1

Alimentos y Bebidas


4

Indumentaria



0,1

Vivienda



1

Equipamiento y Mantenimiento del hogar

7,4

Atención medica y gastos en salud

3

Transporte y Comunicaciones

1,6

Esparcimiento


4

Educación



1,2

Bienes y Servicios Varios


6,6






Fuente: IERAL de Fundación Mediterranea en base a INDEC
3. Conclusión.
Como se señaló en la introducción el pánico a la hiperinflación siempre existió desde que se tuvo la desagradable experiencia. La razón es que no hay una solución rápida y siempre es costosa. A la hora de poner fin a un proceso, todas las teorias aportan algo válido, pero mas allá de la teoría existe la realidad: la gente, sus expectativas. Sabemos que economía es una ciencia social y por lo tanto es muy difícil predecir o analizar la conducta de los individuos, en este tema especifico se refleja con mayorcontundencia (corridas cambiarias, especulación, credibilidad). Consecuentemente no podemos recetar ninguna solución sino conocemos la cultura o "el sentido común" por lo que la gente se guía, o en otras palabras no existe una receta universal como lo entiende el FMI y otras entidades supranacionales.
Según un importante economista, hay tres tipos de economia: la capitalista, la marxista y la argentina. Creo que no esta tan desviado. Hablando de especulación , no es lo mismo una devaluación aca que en Brasil donde por ejemplo la gente tiene otro tipo de expectativa y cultura. Respecto al coeficiente pass-trough : 10% de devaluación genera 5% de inflación en Argentina mientras solo el 1.72% en el vecino carioca. Esto creo que nos enseña que no podemos seguir importando la tecnología e insumos intermedios, a largo plazo tenemos que lograr una sustitución si queremos tener un horizonte optimista defendiendo nuestra moneda que es mas que importante en un mundo globalizado de esta forma.
Hoy por hoy es muy difícil llegar a una hiperinflación, el ambiente de depresión hace que no se pueda disparar el dólar que seria el gran "gatillador". La lucha del gobierno actual pasa por controlar la suba injustificada y amortiguar los precios internos del trigo, aceite, combustibles etc... rezando por que aparezca en escena la tan requerida reactivación.
















Leonardo y. Vera / Miguel Ignacio Purroy, Inflación y Régimen... Revista BCV/ Vol. XIII / N° 2 /
* Profesor de la Escuela de Economía de la Universidad Central de Venezuela.


Inflación y Régimen Cambiario: Comentarios al Libro de Miguel
Ignacio Purroy, (BCV: Caracas, 1998).
Leonardo V. Vera*
La elección del régimen cambiario y el debate sobre las virtudes y deficiencias de los tipos de cambio flexible y los tipos de cambios fijo ha sido uno de los asuntos de mayor discusión que ha generado el campo de la economía y finanzas internacionales. El debate ha revivido con mayor vigor, en las dos últimas décadas, con la creciente dificultad que han mostrado muchas economías para sostener un régimen cambiario por espacios de tiempo prolongado. Al colapso de los regímenes de tipo de cambio fijo en los países de América Latina durante la crisis de la deuda han seguido multitud de eventos. La aparición de una unión cambiaria al interior de los países europeos, el colapso de la unión y del sistema monetario europeo entre 1992‐1993, la crisis mexicana del año 1994 y la de los países del Este del Asia, con todas sus repercusiones, dan muestra clara de la importancia de este tema. Miguel Ignacio Purroy nos presenta, en su muy reciente libro Inflación y Régimen Cambiario: Un Enfoque de Economía Política, una revisión acuciosa de los elementos más importantes sobre los cuales ha girado la discusión sobre la elección de regímenes cambiarios. La preferencias de la sociedad y de sus gobiernos (entre estabilidad de precios y empleo), la efectividad de las políticas nominales para lograr efectos reales, el grado de activismo de la política monetaria y cambiaria, y los costos políticos, son los elementos claves en la selección del régimen que Purroy se dispone a analizar.
La obra está dividida en dos partes. En la primera, Purroy se propone trazar un cuadro con los principales argumentos que se exponen en la literatura sobre los costos y beneficios de la rigidez versus la flexibilidad cambiaria. En la segunda parte, Purroy indaga la relación teórica entre régimen cambiario y desempeño inflacionario. En la medida en que el lector se adentra en la lectura de la segunda parte podrá percatarse que el autor quiere poner en evidencia la importancia que tiene la solución del problema de la inconsistencia temporal de las políticas del gobierno en aquellas economías donde las preferencias sociales exigen compromisos de estabilidad de precios por encima de los objetivos de empleo. Esta orientación del problema deja abierta la pregunta sobre la influencia que tiene el régimen cambiario en los incentivos de un gobierno que se esfuerza por preservar el objetivo de la estabilidad de precios.
Atendiendo a la claridad conceptual, el capítulo 1 comienza estableciendo una tipología de los regímenes cambiarios siguiendo estrictamente la clasificación adoptada por el Fondo Monetario Internacional en su reporte anual sobre regímenes cambiarios. Llama la atención la ausencia de los regímenes de zona objetivo (bandas cambiadas) en esta clasificación, a pesar de la relevancia que ha tenido este esquema en la Comunidad Europea y en varios países de América latina, incluyendo Venezuela. la ausencia de cualquier referencia a los regímenes de bandas es una deficiencia que acompaña al libro de Purroy a lo largo de toda la primera parte, y sólo puede ser explicada por la dificultad implícita de vincular los desarrollos teóricos en este campo con la teoría del área monetaria óptima, que como veremos, es la estructura sobre la cual se construye el argumento sobre regímenes cambiados en esta obra.1
Gran parte del capítulo I se dirige a determinar la evolución del mapa de regímenes cambiados a partir del advenimiento del sistema de Bretton Woods y de explicar el viraje hacia los regímenes de flotación en la década de los setenta, así como los intentos por imponer tipos de cambio más rígidos en los años ochenta y noventa. Purroy identifica el primero de estos virajes a las perturbaciones externas de los años setenta y ochenta, y al coste de realizar ajustes deflacionarios. En cierta forma, una concepción más activista de la política monetaria da pie a la selección de regímenes de flotación. El viraje hacia tipos de cambio más rígidos que se da ulteriormente, es para el autor, la consecuencia de cambios en los objetivos de política económica (con preferencia a la inflación baja) y al creciente escepticismo respecto al uso de la política monetaria y cambiaría discrecional en un ambiente de libre y rápida movilidad de capital.
Un completo cuadro del conjunto de elementos que afectan la elección del régimen cambiario se presenta en los capítulos II, III y IV. Purroy considera prudente situar la génesis de la discusión sobre el “régimen cambiario óptimo” en la teoría del área monetaria óptima. El capítulo II se dedica por entero a revisar los enfoques y las conclusiones que arroja la literatura sobre áreas monetarias óptimas.
1 La literatura sobre zonas objetivo ha sido abundante en la década de los años noventa desde el trabajo seminal de Krugman (1991). Los trabajos se han orientado a indagar los mecanismos de funcionamiento, las propiedades de una zona, las formas de intervención, la importancia de la credibilidad, los factores que inciden en los realineamientos, y la viabilidad de estos regímenes en un marco de coordinación de políticas.
La elección de este tópico como punto de partida analítico es muy acertado si se considera que el objeto de la discusión, a este nivel, es evaluar los méritos relativos de los regímenes cambiarios. Como el autor mismo señala; “la teoría del área monetaria óptima ha sido el punto de partida, el eje y el punto de retomo de la discusión” (p. 37). Es esta literatura la que permitió centrarse en la identificación de los factores que hacen a una economía recomendable para un régimen de rigidez cambiaría (equivalente a un área monetaria integrada), frente a un régimen de flexibilidad. El seguimiento que hace Purroy de las contribuciones en este campo es meticuloso y la manera clara y el equilibrio con que las ideas se explayan a lo largo del texto es insuperable. No escapan del análisis los elementos destacados por Mundell (1961) sobre la pertinencia de la movilidad de factores para aliviar la carga del ajuste frente a desequilibrios externos; los aportes de McKinnon (1963) sobre el grado de apertura y el tamaño de la economía como criterio de selección; como tampoco, el aspecto sobre el grado de diversificación la estructura productiva introducido por Kenen (1969). Purroy recoge, asimismo, el viraje que dio la discusión moderna, a partir de los años setenta, con la preocupación vinculada a la relación entre elección de un régimen cambiario y la estabilidad del producto y la inflación. Aquí, evidentemente, el objetivo trazado de política económica matiza levemente cada una de las conclusiones. El autor, no obstante, sugiere que la discusión teórica parece haber llegado a ciertas conclusiones en lo que se refiere a la elección de regímenes que el enfoque moderno de áreas monetarias óptimas sugiere. Los regímenes cambiarios fijos se ajustan mejor a economías pequeñas, abiertas, poco diversificadas o sometidas a perturbaciones internas, en tanto que los regímenes flexibles son más convenientes en economías sometidas a perturbaciones externas. En este terreno, sin embargo, Purroy pudo ser más cauteloso. No existe en realidad un sólido consenso y mucho menos conclusiones sobre qué tipo de economías son aptas para uno u otro tipo de régimen cambiario. Tavlas (1994), en una reciente revisión sobre los avances en la teoría sobre áreas monetarias óptimas, encuentra que “en general el trabajo teórico y empírico reciente sólo provee de resultados inconclusos” (p. 225). Por otra parte, sólo el lector incauto podría dejar de percatarse que son las economías pequeñas y abiertas las que en general están sometidas a perturbaciones externas, y en este caso, las conclusiones extraídas por Purroy son improcedentes.
En el capítulo III, Purroy entra en una evaluación más sistemática de los costos y beneficios entre regímenes de tipo de cambio fijo y flexible. La discusión gira alrededor de tres cuestiones fundamentales: (a) el aislamiento y la estabilización frente a perturbaciones, (b) la independencia y efectividad de las políticas, y (c) la eficiencia microeconómica y estabilidad del mercado cambiario. Purroy ofrece además una rica síntesis de la discusión sobre las propiedades estabilizadoras (o desestabilizadoras) de los tipos de cambio flotantes, controversia iniciada décadas atrás por Ragnar Nurkse y Milton Friedman. En el capítulo IV, se pone en relieve la importancia que para la determinación del régimen cambiario tienen las preferencias sociales en relación a cuáles deben ser los objetivos de la política económica. Es aquí donde quiere llegar el argumento de la primera parte del libro para articular el tema de la selección del régimen cambiario con el tópico de la política anti inflacionaria. El argumento es si se quiere simple y silogístico. Las sociedades modernas han volcado sus preferencias hacia
la estabilidad de precios, ponderando con menor valor los objetivos reales de la política económica. Por otra parte, el grado de interdependencia de las economías hace que el buen desempeño inflacionario de una economía dependa en gran medida del desempeño de sus socios comerciales. En estos casos, el manual indica que la preferencia en la elección de un régimen cambiario será por un tipo de cambio fijo. Pero si el compromiso de mantener la paridad carece de credibilidad suficiente, un régimen de cambio fijo puede ser muy costoso de preservar, especialmente si nos encontramos en un contexto de alta movilidad de capitales.
Entre otras cosas, la coordinación de política entre países ha de ser perfecta. En consecuencia, es preferible pasar a la unión monetaria, estadio final de la rigidez, donde las monedas individuales desaparecen.
Aunque este no es el espacio para discutir la lógica de este argumento, ciertas precisiones son pertinentes. Ciertamente, las preferencias por la estabilidad de precios han gobernado las decisiones de política en las modernas economías capitalistas, pero no es muy claro cuan sostenible es este estado de preferencias en un mundo de creciente desempleo y en donde el sistema de protección social se resquebraja por su inviabilidad fiscal. Por otro lado, es evidente que esta situación tiende a agravarse en la medida que la rigidez cambiaria hace perder grados de autonomía en la política monetaria y en los mecanismos estabilizadores del ciclo.
En segundo lugar, la experiencia reciente de la Comunidad Económica Europea indica que el arribo a una unión monetaria es lenta y costosa. Lo que comenzó como una zona de libre comercio hace más de cuarenta años atrás, ha debido esperar por la desaparición de grandes asimetrías entre países, el agotamiento de muchas fases que no se esperaban transicionales, y difíciles y largas negociaciones.
El marco institucional no se construye de la noche a la mañana. Es bueno recordar, por ejemplo, que entre el reporte del Comité de Halsbury y la introducción del acuñaje decimal, transcurrieron siete años en el Reino Unido.2
2 Cerca de 300 años desde que William Petty lo propuso originalmente.
Igualmente, los costos deflacionarios pueden ser considerables si los requerimientos (muy necesarios) para pertenecer a la unión incluyen ciertas cláusulas fiscales. James Meade (1990) puntualizó, no hace mucho tiempo atrás, que el control de la política monetaria por una sola autoridad motivada a mantener la inflación baja, en países comprometidos a mantener el presupuesto balanceado, puede ser devastadora. Cuando el Banco Central de la unión decide contraer la oferta monetaria, las tasas de interés suben reduciendo el gasto nominal en bienes y servicios, pero esto tiene un impacto en el rendimiento de la recaudación tributaria, lo que bajo el compromiso de mantener los estándares fiscales, hace que las autoridades eleven las tasas tributarias y provoquen una restricción del gasto marcadamente deflacionario.
En la segunda parte del libro, Purroy se concentra en discernir si la elección del régimen cambiario es relevante para el desempeño inflacionario de una economía.
El capítulo V abre esta discusión presentando los argumentos que la literatura ha encontrado para establecer una mayor asociación de la inflación con la flexibilidad cambiaria que con los regímenes de cambio fijo. La sección apela al expediente histórico y empírico, y al aporte de ciertas líneas de argumentación. Al menos son tres los argumentos que se dan para establecer la relación entre el grado de flexibilidad cambiaria y la inflación: (a) la flexibilidad cambiaria incrementa la incertidumbre sobre el tipo de cambio futuro y puede causar impactos inflacionarios, (b) la flexibilidad puede tener efectos asimétricos sobre los precios dependiendo de si se deprecia o aprecia el tipo de cambio, y (c) la flexibilidad permite con mayor facilidad políticas monetarias acomodaticias que liberan a la autoridad económica de la disciplina que impone un tipo de cambio fijo.
Purroy recoge de inmediato el argumento que dice que en contraste con la flexibilidad cambiaria, los regímenes de cambio fijo hacen que la indisciplina macroeconómica se traduzca rápidamente en pérdidas de reservas. Al ser el nivel de reservas un indicador visible del grado de desarreglo macroeconómico, la merma hace que los agentes anticipen el abandono del cambio fijo. Bajo este escenario un gobierno consciente de los peligros y costos de la indisciplina, se verá, en teoría, sometido a la prudencia monetaria si en realidad desea mantener ‘enganchada’ su moneda a una paridad cambiaria fija con sus socios comerciales.
Los agentes saben esto y el gobierno sabe que los agentes saben esto. En consecuencia, el régimen es creíble. Purroy, sin embargo, no evade los problemas con esta argumentación. Si el punto fundamental de este argumento es la aparición de costos generados por la indisciplina macroeconómica, entonces los regímenes de tipo de cambio flexible también pueden generar autodisciplina, pues los costos políticos cuando existe indisciplina macroeconómica se manifiestan en brotes inflacionarios que son eventualmente castigados por el electorado. Incluso, estos costos pueden hacerse evidentes en menos tiempo, pues las variaciones cambiarias se transmiten rápidamente a los precios internos.3 Por otra parte, siempre queda la interrogante sobre qué tipo de autodisciplina corresponde a los episodios de crisis de balanza de pagos, como las ocurridas, por ejemplo, en países latinoamericanos, donde se han empleado programas de estabilización con tipos de cambio fijo. Gran parte del problema se ubica en el nexo de causalidad que se establece, a nuestro juicio erróneamente, desde la estabilidad cambiaria hacia la estabilidad fiscal. Más bien, el régimen cambiario es, entre otras cosas, un resultado endógeno de la política fiscal, y ese es un aspecto crítico que puede distanciar al analista precavido de los abogados que existen hoy día en favor de las rigideces extremas como las juntas monetarias.
En el capítulo VI, el tema de las fuentes inflacionarias en una economía es abordado desde una perspectiva que el autor denomina como “positiva”. La presentación es clara y elegante y más allá de algún error de nomenclatura (en la ecuación reducida entre la tasa de inflación y el financiamiento del déficit planteada por Dornbusch, 1988), la presentación de las teorías de la inflación que aquí se hace no requiere de un excesivo rigor técnico dada la calidad explicativa del autor. La justificación que da Purroy para llamar a las teorías de la inflación aquí presentadas como positivas es cuando menos imprecisa. Purroy señala: “estamos adoptando un enfoque descriptivo de lo que es y se observa como fenómeno inflacionario” (pág. 201). Pero en realidad no es éste el aspecto que hace a las teorías aquí abordadas positivas. Las teorías que Purroy analiza con algún
detalle en el texto son aquellas que atribuyen al gobierno las causas de la inflación.4
Sin embargo, una cosa es identificar al gobierno como el agente desestabilizador y generador de brotes inflacionarios, y otra un tanto distinta es identificar los motivos principales que tiene el gobierno para inflacionar la economía. Es aquí donde el análisis reclama un enfoque de economía política y es en ese sentido que 3 Tal y como lo demuestra Milesi‐Ferretti (1995) en un trabajo reciente, la autodisciplina en régimen de tipos de cambio fijo no es evidente cuando el gobierno toma en cuenta los incentivos de sus oponentes políticos. En un modelo simple de economía abierta con problemas de inconsistencia temporal, se muestra que un partido adverso a la inflación puede evitar un compromiso de suscribir un régimen de tipo de cambio fijo, pues de hacerlo, resolvería un problema de incentivos de su oponente político (más propenso a la inflación), favoreciendo a este último frente a los ojos de los votantes. Curiosamente, Purroy hace referencia al trabajo de Milesi‐Ferreti en el último capítulo del libro.
4 Naturalmente, Purroy deja claro que este no es el único enfoque sobre cómo se gesta la dinámica inflacionaria, y en ese sentido presta cierta atención al enfoque de “balanza de pagos”. Asimismo, algunos comentarios se dedican a explicar el tema de la persistencia inflacionaria. Sin embargo, para los fines del argumento de la obra es el enfoque fiscal de la inflación el que luce pertinente.
se toma positivo.
De acuerdo al análisis, dos motivos tienen los gobiernos para recurrir a la inflación.
El primero está ligado a las ganancias impositivas que obtiene el gobierno a través del señoriaje. El segundo responde al deseo de obtener ganancias de empleo a costa de inflacionar la economía. Es precisamente este segundo motivo el que luce relevante para la discusión abordada en la obra, pues el aparato teórico moderno permite en este sentido incorporar no sólo la dinámica de las expectativas, sino además la credibilidad y la reputación como elementos que se derivan del problema de la inconsistencia intertemporal. Purroy se apoya en el modelo de Barro y Gordon (1983) para hacer ver los beneficios que tienen ciertas soluciones institucionales cuando imponen costos políticos a las acciones de incumplimiento del gobierno en el terreno inflacionario. En el modelo de Barro y Gordon tanto el gobierno como el público actúan racionalmente en un juego estratégico con base en la información disponible en un sólo período. El gobierno minimiza una función de pérdidas buscando el trueque entre inflación y desempleo pero tiene además el incentivo de engañar al público. Cuando el público entiende la falta de compromiso inflacionario del gobierno, ajusta sus expectativas inflacionarias acorde, generando niveles de inflación superiores al esperado. Muchas sugerencias han surgido para intentar resolver el problema. Purroy señala la más clásica:
incrementar los costos de incumplimiento sobre el gobierno estableciendo reglas que refuercen la credibilidad de las autoridades. Pero aunque Purroy no lo señala aquí, otras soluciones han sido apuntadas en la literatura. Cambios institucionales que lleven a revisar la función de pérdidas del gobierno de modo que se dé mayor ponderación a la inflación baja, pueden evitar la inconsistencia dinámica. Un trillado ejemplo de ello es la existencia de un banco central independiente, cuyo objetivo principal sea la estabilidad monetaria. De igual forma, la transparencia de la política monetaria puede ser beneficiosa y evitar sorpresas, si las autoridades se ven obligadas a proveer información inmediata de todas sus decisiones.
Mecanismos de “fianza” también han sido señalados como mecanismos que elevan los costos de incumplimiento. En este sentido, el sometimiento de la gestión pública y del banco central a la aprobación periódica del parlamento puede ser útil. Por último, un gobierno puede atarse las manos y renunciar a la discrecionalidad cediendo la política monetaria a una autoridad exterior, tal como ocurre en los regímenes de tipo de cambio fijo o en las uniones cambiarlas.
Extrañamente, Purroy no hace referencia a esta solución en el capítulo.
Similar problema al de la elección entre inflación y desempleo se plantea en una economía abierta entre inflación y competitividad externa. En el capítulo VII, Purroy se apoya en el modelo de Aghenor (1994) para ayudar a determinar qué régimen cambiario elegirán las autoridades económicas a fin de minimizar el costo de la decisión de tener que decidir entre inflación y competitividad. Las soluciones de equilibrio de este modelo indican que en comparación con un régimen de cambio fijo creíble, tanto la flexibilidad cambiaria como el caso de abandono engañoso del cambio fijo conllevan a costos inflacionarios mayores. Estos resultados se revierten sólo cuando existen perturbaciones exógenas que son de mayor intensidad relativa que el peso asignado a la competitividad en la función de pérdidas del gobierno. Una palabra de precaución debe ser considerada; sin embargo, en relación a la forma como la estabilidad de un compromiso creíble es asumida en regímenes de cambio fijo. Andersen (1998), ha señalado que el compromiso y los costos de adscribirse a una regla pueden mostrar “dependencia de estado”. En economías donde los salarios reaccionan con lentitud ante choques adversos, las autoridades pueden desear estabilizar el ciclo y salirse del compromiso. Esta posibilidad no es contemplada en la literatura convencional, y no está de más advertir que las imperfecciones de mercado no son comunes en los modelos examinados por Purroy, aunque ciertamente este elemento es explorado en último capítulo.
Mucho de lo que luce ausente a lo largo del libro es curiosamente recogido en el último capítulo. Si la rigidez cambiaria coadyuva a la estabilización y los gobiernos conservadores privilegian este objetivo, ¿por qué entonces a menudo son estos más proclives a la flexibilidad? ¿Por qué es tan difícil construir credibilidad? ¿Por qué la implementación de mecanismos o penalidades que incrementen la reputación son importantes? La respuesta a cada una de estas interrogantes se aborda con magnífica sencillez en este capítulo. Igualmente, interesante resulta la discusión sobre las ventajas y beneficios de los programas de estabilización basados en anclas nominales de tipo de cambio y anclas nominales monetarias. Aquí se sintetiza muy bien la discusión que existe hoy día sobre la importancia de la credibilidad y el aporte que han hecho autores como Calvo, Vegh, Kiguel y Liviatan sobre el tema.
Un anclaje del tipo de cambio perfectamente creíble hace caer la tasa de inflación inmediatamente sin sufrimiento mayor para la economía real. Un programa basado en anclaje monetario, aún con alto grado de credibilidad, reduce la inflación pero con costos severos en el ritmo de actividad económica. Ante estas opciones de política, evidentemente el anclaje cambiario luce en clara ventaja; sin embargo, la experiencia indica que la mayoría de los programas inclinados al anclaje cambiario comienzan con un incremento del consumo asociado inicialmente con una reducción de la tasa de interés nominal y luego con una expectativa de alza futura en la tasa de interés. Todo esto hace prever que las expectativas de devaluación se incrementan a lo largo del programa. La expansión hace que el precio de los no transables no converja a la baja y que el tipo de cambio real se aprecie. La apreciación genera una caída de la demanda agregada y una contracción subsiguiente del producto. Eventualmente, el programa por estar sometido a incredibilidad imperfecta, se revierte en el largo plazo, pero esto no deja de hacerlo atractivo para los gobiernos que suelen valorar la expansión económica con moderada reducción en la inflación hoy, si el costo de la recesión puede ser postergado.
No cabe duda que esta es una obra bien pensada en su estructura y cuidadosamente escrita. El libro es un magnífico compendio de ideas y discusiones muy relevantes y actuales para los hacedores de política económica. Considerando además lo poco que existe en este tema en lengua castellana, el libro debe ser una lectura indispensable para todo aquel interesado en conocer los elementos que determinan la elección de un régimen cambiario. Quien busque recetas infalibles, o recomendaciones simplistas a las que irresponsablemente muchos economistas han acostumbrado a la opinión en nuestros días, se verá defraudado. En general, aquí ha prevalecido el rigor y la honestidad intelectual, valores poco comunes en obras de este tipo en Venezuela.
Referencias
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Kenen, P. (1969), The Theory of Optimum Currency Aseas: An eclectic view, in R.
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Purroy, M. 1. (1998), Inflación y Régimen Cambiario: Un Enfoque de Economía Política, Banco
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